Muchos de nosotros pasamos gran parte de nuestras vidas persiguiendo el dinero y buscando el éxito en nuestras profesiones y carreras. Sin embargo, como dijo Voltaire, "en la primera parte de nuestra vida sacrificamos nuestra salud para ganar dinero y en la segunda mitad sacrificamos el dinero para restaurar nuestra salud". Esta cita nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el dinero y cómo impacta nuestra calidad de vida.

Es común asociar el dinero con la felicidad, creyendo que al obtener riqueza material alcanzaremos la plenitud y satisfacción personal. Sin embargo, la felicidad se define como un estado de grata satisfacción espiritual y física, o según la Real Academia Española, como la ausencia de inconvenientes o tropiezos. Queda claro que el dinero no garantiza la felicidad ni resuelve todos nuestros problemas.

En lugar de perseguir la felicidad a través del dinero, es fundamental cultivar un estado de paz interior y elegir la felicidad en cada momento, independientemente de las circunstancias externas que nos rodean. La verdadera felicidad no se encuentra en acumular riquezas, sino en encontrar un equilibrio entre nuestras necesidades materiales y nuestras necesidades emocionales y espirituales.

En mi consulta, atiendo a muchas personas que experimentan dificultades relacionadas con el dinero y el éxito. Escucho frases como "el dinero, así como me entra así se va", "trabajo mucho y gano poco dinero para lo que hago" o "me cuesta cobrar a mis clientes y no gano lo suficiente". Estas expresiones pueden estar vinculadas a deudas emocionales o creencias heredadas sobre el dinero y el éxito.

Permítanme compartirles un caso de estudio que ilustra cómo los bloqueos transgeneracionales pueden afectar nuestra relación con el dinero. Una mujer acudió a mi consulta con problemas financieros persistentes a lo largo de su vida. A pesar de tener un trabajo bien remunerado, siempre terminaba gastando todo su dinero y dependía de la ayuda económica de sus hijos.

Durante la sesión, reveló que su madre quedó embarazada de ella a los 17 años, y su padre, con 19 años, quería abortar debido a la falta de recursos económicos. Esta experiencia de su madre generó una "inversión psíquica" en su inconsciente, asociando la escasez de dinero con su propia supervivencia.